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Un proyecto con

Dr. Juan J. Gómez-Reino, presidente Emérito de la Sociedad Española de Reumatología (SER) .

ARTRITIS REUMATOIDE

De una enfermedad devastadora a una vida normal (gracias a la investigación)

Hace dos o tres décadas, la artritis reumatoide era una enfermedad devastadora. Las salas de espera estaban llenas de pacientes con dificultad en su movilidad, que necesitaban ayuda para caminar o que dependían de una silla de ruedas. Hoy, gracias al avance en la medicina, a la investigación y a los medicamentos biológicos, no queda ni rastro de aquello.

Beatriz G. Portalatín

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La artritis reumatoide era una enfermedad que destrozaba la vida por completo”. Así de rotundo se muestra el Dr. Juan J. Gómez-Reino, presidente Emérito de la Sociedad Española de Reumatología (SER) y de la Fundación Ramón Domínguez del Hospital Clínico Universitario de Santiago. “Los pacientes acababan en sus casas sin casi poder moverse y con complicaciones importantes de por vida. Era realmente terrible. Hoy en día, y desde hace aproximadamente 20 años, los pacientes pueden tener una vida normal”.

El 20% de la población española mayor de 20 años tiene una enfermedad reumática. Existen más de 200 enfermedades de este tipo, pero sin duda las más graves son aquellas que se engloban dentro del grupo de las llamadas enfermedades reumáticas inflamatorias. De ellas, la más conocida y frecuente es la artritis reumatoide, una patología que afecta en España a más de 300.000 personas y contabiliza cada año unos 20.000 nuevos casos. La investigación y el desarrollo han hecho que la forma de atajar y manejar la enfermedad no tenga las consecuencias tan duras que tenía antes. La clave: investigar en el conocimiento de la enfermedad y la aparición, en consecuencia, de los llamados fármacos biológicos. Una auténtica revolución en el terreno.

Tal ha sido el cambio que, según cuenta el doctor Gómez-Reino, “hace años cuando empecé mi andadura en la reumatología, la artritis era una enfermedad devastadora que disminuía de forma importante la movilidad de los pacientes, su calidad de vida e incluso también sus años de vida: su esperanza se disminuía unos 12 años. Se morían de las mismas causas que muere la población en general pero de una forma acelerada. Ahora esto afortunadamente ya no ocurre. Aunque no curar, se ha conseguido en muchos casos controlar la enfermedad”.

Con la perspectiva de los años y el avance en el conocimiento de esta enfermedad reumática, Gómez-Reino recuerda a uno de los grandes maestros de la medicina, el doctor William Osler, el primer profesor de medicina de la Universidad Johns Hopkins, fallecido en Oxford en 1919 hace hoy un siglo. “Osler decía que cuando veía un paciente con artritis le entraban ganas de salir corriendo. A mí me gustaría que viera que los que salen corriendo ahora son los pacientes y no lo médicos”, confiesa

La artritis reumatoide

es una enfermedad reumática crónica que se caracteriza por la inflamación de las articulaciones periféricas (manos, pies, muñecas, hombros, codos, caderas y rodillas)

Según explica la Fundación Española de Reumatología, la artritis reumatoide, es una enfermedad reumática crónica que se caracteriza por la inflamación de las articulaciones periféricas (manos, pies, muñecas, hombros, codos, caderas y rodillas). Afecta preferentemente a las articulaciones en ambos lados del cuerpo. Por ejemplo, las muñecas o los codos. La inflamación se produce en la membrana sinovial (membrana que cubre las articulaciones) y es esta inflamación la que puede producir en los pacientes dolor, hinchazón y rigidez, sobre todo por la mañana o después de periodos prolongados de reposo.

Además del desgaste en las articulaciones afectadas, la artritis produce una disminución de la movilidad y de la función articular, y esta inflamación crónica puede afectar además a otros órganos del cuerpo como el corazón, el pulmón o el riñón. Otros síntomas que puede producir esta enfermedad, especialmente si la inflamación es severa son fiebre, cansancio, astenia, pérdida de peso y de apetito. Es importante que la artritis no se confunda con la artrosis (enfermedad que pertenece al grupo de enfermedades reumáticas degenerativas). Muchas veces, se tiende a confundir ambas patologías, pero para nada son lo mismo. En la artritis, existe una “inflamación” de las articulaciones mientras que en la artrosis no existe inflamación sino “desgaste” en la articulación.

La clave en el avance de la artritis radica sobre todo en el conocimiento sobre esta enfermedad

La clave en el avance de la artritis radica sobre todo en el conocimiento. En haber sido capaces de conocer realmente cómo funciona esta enfermad reumática. “Sabemos cómo se produce la inflamación, cuáles son sus procesos y todas las etapas por las que comienza y pasa esta enfermedad. Todo esto ha ayudado a tener un mejor tratamiento, mucho más efectivo”, afirma el experto. Por ejemplo, algo fundamental ha sido conocer que “cuándo un paciente empieza a tener artritis, la enfermedad puede llevar unos 15-20 años en evolución. Es decir, sabemos que la artritis no es el comienzo de algo sino casi el final de un proceso que ya había empezado años atrás”.

No cabe duda de que “los procesos que cursan con artritis, con inflamación de las articulaciones, se han beneficiado mucho en los últimos 20 años. Y todo se debe al conocimiento”, señala por su parte el Dr. Federico Díaz, director de la Unidad de Investigación de la SER y reumatólogo del Hospital Universitario de Canarias.

Gracias a ese conocimiento, se logró llegar a los fármacos biológicos. “La clave de todo ha sido la aparición de los medicamentos (biológicos), hace solo unos 10-15 años. Esto ha sido sin duda la clave de la mejoría de estos pacientes, derivado siempre del mejor conocimiento de la enfermedad”, afirma el experto. Y es que, efectivamente, un paciente ahora no tiene nada que ver con el de hace 20 años: ni en calidad de vida ni en la capacidad de reincorporarse a la sociedad, ni siquiera en los síntomas de dolor e inflamación. Estos fármacos biológicos nacieron gracias, a su vez, a las nuevas tecnologías que permiten avanzar cada vez más en la ciencia y, por tanto, al mejor manejo de las enfermedades, en este caso de las enfermedades que cursan con artritis.

«Ahora sabemos que la artritis no es el comienzo de algo sino casi el final de un proceso que ya había empezado años atrás»

Dr. Juan J. Gómez-Reino, presidente Emérito de la Sociedad Española de Reumatología (SER)

Los tratamientos biológicos son, no obstante, medicamentos complejos, no solo en su producción sino en su manejo. Lo que hacen fundamentalmente es modular el curso de la enfermedad, es decir, se trata de anticuerpos o proteínas que inhiben o bloquean los mecanismos por los que avanza la artritis (antes los fármacos que había para tratar esta enfermedad se dirigían a tratar los síntomas pero no a modular los mecanismos de la enfermedad). Su administración es vía intravenosa o subcutánea, ya que si se toman en comprimidos (en pastillas) se degradarían.

Sin embargo, no todos los pacientes toleran bien estos medicamentos. Según explica el doctor Díaz, “hasta un 70% de ellos se benefician de estos fármacos, pero el resto necesitaría aún algún fármaco adicional” y es en esto en lo que se está trabajando en la actualidad: en crear nuevas dianas terapéuticas para atajar la enfermedad desde otro punto de vista. Por otro lado, continúa el especialista, otro de los desafíos en los que se está trabajando es en hacer que esos fármacos biológicos se pueden administrar en pastillas y no solo por vía intravenosa o subcutánea. “Ya no serían biológicos sino sintéticos, pero intentando remedar el efecto de los biológicos”, aclara el experto.

Un diagnóstico temprano es vital para evitar los efectos devastadores de esta patología

No solo el tratamiento ha sido crucial en estas enfermedades, sino también la capacidad de diagnosticar antes. Según explica la Sociedad Española de Reumatología (SER), cuanto más precoz sea el diagnóstico, antes se procede a aplicar un tratamiento efectivo y, por tanto, mayor posibilidad de evitar los efectos devastadores de esta patología y que, por tanto, los pacientes tengan una buena calidad de vida. No olvidemos que la inflamación mantenida y no controlada puede acabar dañando los huesos, ligamentos y tendones que hay alrededor de la articulación, lo que conduce a una deformidad progresiva.

Según cuenta Díaz, que lleva más de 25 años en los servicios de reumatología, antes era habitual que los enfermos con artritis llegasen a las consultas doloridos y con articulaciones inflamadas. “Ahora, en cambio, es realmente raro que venga un paciente con una inflamación articular”. Esto se debe también a que antes no había tantos reumatólogos como ahora y los sistemas de primaria no eran tan eficaces. “No había un número de reumatólogos importante y ahora además salen al área (no están solo en el hospital), lo que les pone más en contacto con los pacientes. También, los médicos de familia están mucho más formados en reumatología (casi todos rotan por los servicios de esta especialidad) lo que les capacita para un diagnóstico más precoz de estas enfermedades reumáticas inflamatorias”, explica el doctor.

“Hemos avanzado mucho en el conocimiento de la enfermedad”, sostiene Díaz, y por ello, concluye, “es fundamental apostar por el desarrollo y el conocimiento. La investigación en tecnología es esencial para un país moderno. En España tenemos un sistema sanitario muy eficiente, obtenemos mucho por cada euro invertido, pero se invierte muy poco. Y es necesario invertir más”.