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Cómo conseguir que toda la familia deje el móvil antes de dormir

Más del 60% de los adolescentes y del 75% de los adultos se llevan el móvil a la cama. La mejor manera de no sufrir vamping es no utilizarlo desde dos horas antes de dormir

Al menos un 20% de los menores y entre el 20 y el 48% de los adultos tiene problemas para iniciar y mantener el sueño. Si a estos datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) les sumamos el uso intenso de las pantallas antes de irnos a la cama, el resultado es una población que cada vez duerme menos y peor. O, dicho de otro modo, que sufre vamping, un fenómeno en aumento en los últimos años, especialmente entre adolescentes y niños (aunque también cada vez más entre adultos), derivado de estar enganchado al móvil, la tablet o el ordenador antes de dormir. De hecho, más del 60% de los adolescentes y del 75% de los adultos se llevan el móvil a la cama, según datos de la American Academy of Pediatrics y Common Sense Media, respectivamente. Las consecuencias son problemas de sueño, que pueden derivar en insomnio, bajada de rendimiento e incluso aumento inusual del apetito. Pero, ¿cómo podemos conseguir (de verdad) que padres y niños dejemos el móvil antes de dormir? Este es el eje de la última campaña de la iniciativa Por un uso Love de la Tecnología, promovida por Orange para fomentar un uso responsable de los dispositivos y herramientas digitales, evitando malas prácticas como esta del vamping.

En relación a este fenómeno, lo primero que recomiendan los expertos es no utilizar las pantallas dos horas antes de irnos a dormir. Es en ese momento cuando nuestro cerebro empieza a segregar melatonina, una hormona que nos relaja y predispone al sueño, pero si recibe la luz azul que emiten las pantallas, piensa que aún no es el momento de dormir y seguirá segregando dopamina para mantenernos activos. Además, y esto es fundamental en el caso de niños y adolescentes, quienes cada vez están más enganchados a sus dispositivos electrónicos (el 80% de los jóvenes usa el móvil de forma intensiva y un 18% de los adolescentes lo hacen de forma compulsiva, según datos del Ministerio de Sanidad). La tecnología y su poder socializador les hace estar en un estado de hiperalerta, por la ansiedad que les produce el temor a un posible aislamiento social si quedan fuera de la comunicación, lo que les priva de relajarse para dormir. 

Tal y como nos recuerda la iniciativa Por un uso Love de la tecnología, una vez que apagamos la luz del dormitorio no se deben encender las pantallas. También es recomendable que no haya pantallas en el dormitorio; y al decir pantallas no solo hablamos de móviles o tablets, sino también de ordenadores e incluso televisores. Si no es posible, estos dispositivos deben estar apagados. Otro consejo es dejar el móvil o la tablet cargando fuera del dormitorio por la noche o, al menos, en un lugar alejado de la cama para evitar la tentación de consultarlos. Si utilizamos el móvil como despertador, basta con ponerlo en silencio (mucho mejor en modo avión) en un cajón de la mesilla de noche. Del mismo modo, es fundamental crear un horario para el uso de los dispositivos electrónicos, que nunca será nocturno, así como rituales relajantes para irnos a la cama, que pueden ir desde darse una ducha a beber una infusión, leer un libro o escuchar música. 

María Cáceres

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