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Un proyecto con

SÍNDROME DE DISTRÉS RESPIRATORIO DEL NEONATO

La tragedia olvidada de los Kennedy y cómo gracias a ella hoy se salvan miles de bebés prematuros

Meses antes del asesinato de JFK, su hijo Patrick moría a las pocas horas de nacer. Había venido al mundo antes de tiempo y sus pulmones aún no estaban listos para respirar. Esa tragedia despertó el interés por la medicina neonatal y puso en marcha programas de investigación que dieron como resultado descubrimientos que hoy sirven para salvar a miles de bebés

Elena Pérez

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El 7 de agosto de 1963, Jackie Kennedy, mujer del entonces presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy, daba a luz al tercer bebé del matrimonio. Patrick Bouvier Kennedy llegó al mundo cinco semanas y media antes de tiempo. Inmediatamente después de nacer, y como era común entonces en los bebés nacidos antes de la semana 35 de gestación, el niño mostró problemas respiratorios severos. Padecía lo que se conoce como Síndrome de Distrés Respiratorio del Neonato (SDRN).

Esta patología está causada porque, al nacer antes de tiempo, los pulmones del bebé no están todavía preparados para respirar. Durante la gestación, el feto obtiene el oxígeno necesario a través del cordón umbilical y por tanto sus alveolos no tienen que trabajar en el intercambio de gases que es la respiración. En ese momento, sus pulmones están llenos de líquido acuoso, y esto, una vez que salen del útero materno, es un problema físico.

El problema consiste en que la tensión superficial del agua es muy elevada, y eso hace que el líquido trate de reducir al mínimo la superficie expuesta al aire. Como los alveolos de los bebés nacidos antes de la semana 35 todavía están recubiertos de agua, se cierran y colapsan. Es fácil de entender si nos imaginamos una bolsa de plástico cuyo interior, mojado, se pega y es difícil y trabajoso de abrir.

Esto es lo que ocurría con los pulmones del pequeño Patrick: mantenerlos abiertos para respirar era un enorme esfuerzo que su pequeño cuerpo no podía realizar. En 1963 no había tratamiento para el SDRN y todo lo que se podía ofrecer a estos niños era una incubadora cálida y cuidados de enfermería. Patrick murió 39 horas después, el 9 de agosto.

Lo que fue un drama familiar se convirtió en uno a escala nacional. Todo el país sufrió la angustia y la pena de sus padres. Pero la suerte del bebé sirvió para atraer la atención (y los recursos que solo un presidente de Estados Unidos puede movilizar) hacia la medicina neonatal. Años de investigación que dieron como resultado avances médicos y tecnológicos que a día de hoy salvan a miles de niños en todo el mundo nacidos antes de la semana 35 de embarazo.

EL SÍNDROME DE DISTRÉS RESPIRATORIO DEL NEONATO

es una patología que sufren algunos bebés prematuros al no estar sus pulmones todavía preparados para respirar.

Durante la gestación, el feto obtiene oxígeno a través del cordón umbilical y sus alveolos no tienen que trabajar en el intercambio de gases que es la respiración. Sus pulmones están llenos de líquido acuoso y una vez salen del útero materno, es un problema físico, ya que la tensión superficial del agua es muy elevada, y eso hace que el líquido trate de reducir al mínimo la superficie expuesta al aire. Como los alveolos de los bebés nacidos antes de la semana 35 todavía están recubiertos de agua, se cierran y colapsan.

Surfactante para abrir los pulmones

La clave está en una sustancia llamada surfactante que nuestros pulmones generan por sí solos unas semanas antes de nacer y que nos permiten empezar a respirar aire sin problema. “El surfactante pulmonar recubre la superficie de los alveolos y facilita que se llenen de aire y se mantengan abiertos una vez que comienza la respiración. Es como si a esa bolsa de aire mojada le pusiéramos unas gotas de detergente: veríamos que ahora las paredes de esa bolsa se pueden abrir fácilmente sin resistencia”, explica Jesús Pérez-Gil, decano de la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los más reputados investigadores en surfactante pulmonar del mundo. 

Respirar así no requiere tanto esfuerzo y el bebé puede hacerlo con tranquilidad. La vida de Patrick y de tantos niños como él no se pudo salvar entonces porque no se conocía bien esta sustancia y la medicina neonatal apenas había avanzado. Todo lo que se podía ofrecer a esos niños era una incubadora cálida y los mejores cuidados de enfermería. Algunos salían adelante, pero la mayoría fallecían en pocas horas.

“Actualmente, los niños que nacen antes de la semana 35 de gestación son inmediatamente entubados y se les suministra una dosis de surfactante pulmonar, de manera que pueden abrir y usar inmediatamente los pulmones”, cuenta Pérez-Gil, que añade que el propio funcionamiento de los pulmones estimula la producción del surfactante en el propio niño, de forma que en la mayoría de los casos, una dosis de surfactante es suficiente para salvar la vida del bebé. 

¿De dónde se saca ese surfactante que se utiliza para salvar la vida de estos niños? A día de hoy, explica Pérez-Gil, proviene mayoritariamente de pulmones de animales, sobre todo porcinos y bovinos, porque todavía no sabemos cómo producir en cantidades suficientes surfactante humanizado. El origen animal del surfactante es un problema en algunos lugares del mundo y para algunas familias por motivos religiosos, y eso pone en peligro la vida de algunos niños prematuros que siguen sufriendo el mismo destino que sufrió el pequeño Kennedy hace casi 60 años.

Surfactante humanizado para bebés, niños y adultos con los pulmones dañados

Actualmente la investigación científica en este área está centrada precisamente en conseguir desarrollar surfactante pulmonar humanizado. “Para ello se están combinando proteínas humanas que forman parte del surfactante generadas mediante ingeniería genética con lípidos sintéticos, y se están perfeccionando en modelos de laboratorio que simulan la mecánica de los pulmones durante la respiración”. El objetivo, como decimos, es poder trabajar con surfactantes que no requieran el uso de materiales animales y que sean más perfectos, más similares al surfactante humano.

Estas investigaciones no tienen en mente solo a los bebés afectados por SDRN, también a pacientes, niños y adultos, de enfermedades respiratorias que causan daños pulmonares y un mal funcionamiento del surfactante, como por ejemplo inflamaciones debido a infecciones (bacterianas y víricas, incluidas por coronavirus). “El problema es que para el tratamiento de adultos con problemas de mal funcionamiento del surfactante se necesita más y mucho mejor surfactante, que hoy por hoy no tenemos”, explica Pérez-Gil, que añade que, en último término, se está intentando producir diferentes surfactantes optimizados para diferentes patologías. 

Idealmente, el surfactante no sería solo una forma de reparar los pulmones dañados de estos pacientes, sino incluso parte del tratamiento ayudando a administrar medicamentos que se toman por inhalación. “Parece que el surfactante es muy eficiente para distribuirse por las vías aéreas, y llevar esos fármacos con él, lo que puede facilitar una forma mucho más fácil de administrar fármacos que no pueden administrarse oralmente”.

El presidente John Kennnedy murió asesinado solo unos meses después de la muerte de Patrick Kennedy, en noviembre de 1963, y la conmoción que causó este hecho eclipsó completamente la tragedia familiar, elevada a drama nacional, que los Kennedy habían sufrido ese mismo verano. Pero varias décadas después es un homenaje al pequeño Patrick recordar que sus breves 39 horas de vida desencadenaron un esfuerzo que a día de hoy evita la muerte de miles de niños que, como él, llegaron al mundo antes de tiempo.