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Un proyecto con

Con 7 años, a Esther le diagnosticaron diabetes tipo 1, una enfermedad que cambió su vida.

DÍA MUNDIAL DIABETES

Esther Lobatón: «Hay que tomar a la diabetes como una compañera de vida y darle la mano, no la espalda»

Con siete años se le cayó el mundo encima cuando le diagnosticaron diabetes tipo 1 pero hoy, con 25, el mundo lo tiene bajo sus pies. Con motivo del Día Mundial de la Diabetes hemos hablado con Esther, la joven que utiliza las redes sociales para dar visibilidad a su enfermedad.

Laura Fortuño

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Qué difícil resulta evitar comer un trocito de tarta de chocolate en la fiesta de cumpleaños de tu mejor amiga. Especialmente si tienes 7 años. Esther Lobatón entrenó su fuerza de voluntad cuando los niños de su alrededor solo tenían que preocuparse de completar su colección de cromos o quitarle los ruedines a la bici. Aprendió, desde bien pequeña, a distinguir entre lo que podía comer y lo que no. Tuvo que entender el comportamiento de una enfermedad a una edad en la que cuesta comprender la mayoría de las cosas: «Afronté el diagnóstico bastante mal, porque además de que solo contaba con 7 añitos, tenía (y tengo) pánico a las agujas. Estuve dos semanas en el hospital y deseaba salir de allí para que las enfermeras me dejaran de pinchar. Pensaba que cuando saliera, todo acabaría», relata Esther. Sin embargo, acababa de empezar. Tras una temporada en la que orinaba con demasiada frecuencia, bebía mucha agua, perdió mucho peso y tenía hambre a deshoras, sus padres la llevaron al médico y pronto se confirmó la sospecha: Esther padecía diabetes tipo 1, una enfermedad en la que el páncreas no fabrica insulina.

Ahora acaba de cumplir 25 años, vive en Sabadell y, en cuanto la conoces, te das cuenta de que es tan bonita por dentro como por fuera. Y que si la diabetes pretendía frenarla, desde luego que no lo ha conseguido, porque Esther es imparable: estudia cuarto de Psicología, juega al pádel, trabaja en una empresa que da visibilidad en el ámbito laboral a mujeres con discapacidad, hace natación, pasa mucho tiempo con sus amigos y además es modelo: «He tenido problemas en los castings, pero sigo luchando para que no se nos excluya de este mundo», reconoce la joven. Y es que Esther lleva adherido a su piel un sistema integrado, compuesto de un sensor de monitorización continua que efectúa las mediciones de glucosa, y de una bomba de infusión que emite la insulina de manera subcutánea. «¿Por qué avergonzarme, si es mi mejor complemento?», pregunta Esther. «Esto es lo que a mí me ayuda a vivir».

La diabetes tipo 1

es un proceso autoinmune que provoca que el sistema inmunológico destruya las células beta de los islotes pancreáticos, encargadas de producir insulina.

1 de cada 11 personas vive con diabetes en el mundo y se calcula que, en el año 2030, 578 millones de personas padecerán esta enfermedad. Además, 1 de cada 5 personas con diabetes tiene más de 65 años y 3 de cada 4 personas con diabetes viven en países de ingresos medios o bajos, según la Fundación para la Diabetes novo nordisk. Los factores que desencadenan la diabetes tipo 1 todavía son una incógnita. Genética y factores ambientales, como los virus, son algunas de las vías que se exploran.

Quien también conoce a la perfección este sistema es la doctora Pilar Martín Vaquero, especialista en diabetes y nutrición que actualmente trabaja en la clínica D-Médical de Madrid, que explica que «tanto las bombas de infusión como los sensores de glucosa han mejorado año tras año de manera vertiginosa”. “Los sensores han ganado en sensibilidad y precisión (para que sus resultados puedan suplir a las glucemias capilares que se realizan los pacientes pinchándose los dedos y este proceso ya casi sea innecesario) y en el tiempo de duración de dichos sensores. Las bombas de infusión cada vez son más pequeñas, pesan menos y son más exactas. Pero lo magnífico de la tecnología ha sido acoplar bomba y sensor, de manera que la glucosa que registra el sensor (que ya es creíble al 99%) se lo comunica a la bomba y esta, a través de un algoritmo, es capaz de calcular la insulina que esa persona requiere en ese momento, aumentando, disminuyendo o suspendiendo la emisión cuando el sensor prevé que la glucosa del paciente va a estar por encima o por debajo del rango marcado como objetivo. Los tres sistemas de asa cerrada híbrida (porque todavía requiere que el paciente le informe de las comidas que va a consumir) con los que contamos recientemente, han venido a mejorar el control metabólico de una manera muy importante. Pero es cierto que hay pocos pacientes que lleven este sistema de asa cerrada híbrida (páncreas artificial), aunque haya ya muchos pacientes que son portadores de sistemas integrados. Las mejoras tecnológicas han sido importantísimas, pero aún quedan muchos flecos por mejorar», explica Martín Vaquero.

Esther afirma que los avances médicos han conseguido aumentar su calidad de vida en un 100%. (Foto: Berta Lacondéguy)

Diabetes tipo 1, la enfermedad de las P’s

A la diabetes tipo 1 se la conoce como la enfermedad de las P’s, explica la doctora Pilar Martín Vaquero, por los síntomas que tratan de desenmascararla: «El paciente presenta en el último mes una sintomatología florida de poliuria (orinar mucho), polidipsia (beber mucha agua), polifagia (comer mucho) y, a pesar de ello, pierde peso. Por eso es fácil de diagnosticar. El paciente se realiza una analítica y allí se ve una glucemia muy elevada y entonces debe comenzar el tratamiento lo antes posible con insulina. La causa es inmune: se producen anticuerpos que, en lugar de defenderte, te destruyen las células beta del páncreas, que son las que producen insulina».

Lo más común es que debute en la infancia, como le ocurrió a Esther, y aunque se desconocen las causas exactas que la provocan, el propio sistema inmunitario del cuerpo, la genética o factores ambientales podrían estar relacionados con su aparición.

Diabetes tipo 2, la enfermedad silente

La diabetes tipo 2 supone alrededor del 90% de casos de esta enfermedad, y ha sufrido un llamativo aumento recientemente debido al estilo de vida, cada vez más sedentario, y a una dieta que favorece el sobrepeso. La diabetes tipo 2 es la forma de diabetes más frecuente en personas de más de 40 años, por eso se le conoce también como diabetes del adulto. En esta categoría de la enfermedad no desaparece la capacidad de producir insulina, pero el cuerpo presenta una resistencia a esta hormona. «La diabetes tipo 2 es más silente y apenas produce síntomas ni glucemias muy elevadas. Suele ser un hallazgo en la analítica de un paciente que se la hace por otro motivo. Si la persona está mucho tiempo con glucemias moderadamente altas sin diagnosticar, pueden entonces aparecer las complicaciones crónicas. En este tipo de diabetes entran de lleno los planes de prevención porque hay que “despistar” su diagnóstico en todos los individuos mayores de 45 años con obesidad, hipertensión, hiperuricemia, y en aquellos con familiares directos con diabetes, que hayan tenido diabetes gestacional u ovario poliquístico», explica la doctora Pilar.

Precisamente para destacar la importancia de conocer las complicaciones crónicas derivadas, en concreto las visuales, la farmacéutica Novartis, junto a la Federación Española de Diabetes (FEDE) y la asociación Mácula Retina, ha elaborado una encuesta, ‘Saber para ver’, que revela que el 24% de las personas con diabetes presentan alguna patología visual como consecuencia directa de la enfermedad, siendo más frecuentes las cataratas, las retinopatías diabéticas y otras enfermedades severas como el glaucoma. Sin embargo, únicamente el 51% de las personas con diabetes busca información sobre las posibles complicaciones visuales derivadas de su patología.

Esther acude a visitas médicas cada cuatro o seis meses para controlar su diabetes y hacerse análisis de sangre. (Foto: Berta Lacondéguy)

100 años de esperanza (y los que están por llegar)

Este año, el tema del Día Mundial de la Diabetes ha sido el acceso a la atención de la enfermedad

Este año la celebración del Día Mundial de la Diabetes (14 de noviembre) ha sido más especial si cabe. Y es que en 2021 se cumple un siglo desde que Banting y Best descubrieran la insulina, que nació como una posible esperanza de cura. Meses después fue Leonard Thompson quien hizo historia: el adolescente de 14 años, que padecía una diabetes severa, recibió la primera inyección de insulina para humanos. Desde entonces, millones de vidas han podido salvarse gracias a ella.

‘Acceso a la atención de la diabetes’. Este ha sido el tema del Día Mundial de la Diabetes en 2021, porque cien años después del descubrimiento de la insulina, millones de personas con diabetes en todo el mundo no pueden acceder a la atención sanitaria y tratamientos que necesitan. «En ambos tipos de diabetes sube la glucemia, pero la causa es totalmente distinta y por lo tanto el tratamiento también lo es. Mientras que en el tipo 1 la terapia fundamental es la insulina porque el páncreas ha dejado de producirla, y aquí entran como tratamientos más novedosos los sistemas integrados bomba-sensor de asa cerrada o las plumas inteligentes para aquellos que no llevan bomba, en la diabetes tipo 2 han venido a afianzarse los análogos del GLP-1 y los fármacos glucosúricos como terapias que no sólo descienden la glucosa, sino que mejoran el riesgo cardiovascular, bajan la tensión y el peso. Todos estos tratamientos, que han demostrado su eficacia en el control diabetológico, se topan con un problema, y ese es su coste, por lo que aún no han llegado a toda la población que se puede beneficiar de ellos», matiza la doctora Martín Vaquero.

Vivir sin miedo

«Si me preguntas en qué limita mi día a día la diabetes, te podría decir que todo y a la vez nada. Vivir con diabetes es estar pendiente de muchas cosas que al final ya haces de forma automática. Lucho cada día para que se vea que no hay limitaciones con la diabetes. Es cierto que en algunos momentos tienes que parar, por ejemplo, en mi caso cuando me baja el azúcar, pero no lo encuentro una limitación. Vivir con diabetes es complicado porque es una enfermedad que está en cada cosa que hagas, pero yo he aprendido a saber que la diabetes no es un límite, todo lo contrario: gracias a la diabetes soy como soy y me ha aportado muchísimo», asegura Esther, que añade: «Gracias a esta enfermedad, miro mucho cómo me encuentro. Y eso me gusta. Pararte a mirar cómo te encuentras es algo que pocas veces hacemos, pero con la diabetes, por suerte o por desgracia, lo tenemos que hacer. Vivir con diabetes para mí es un estilo de vida».

«Cuando llega un paciente nuevo con diabetes, lo que veo muy frecuentemente es el miedo que tienen a enfrentarse a dicha enfermedad porque la mayoría se han informado (o han vivido de cerca en sus familiares) de las complicaciones que esa enfermedad puede llegar a tener. Han oído que es la primera causa de ceguera, de enfermedad renal y de diálisis, de amputaciones, etc., y eso les causa terror, y no saben que aquellas personas que se controlan bien no presentan esas complicaciones o lo hacen de una manera muy débil. Y hoy día es bastante sencillo controlarse bien. Así pues, lo primero que he de hacer con los pacientes es decirles que se tranquilicen y que la diabetes es un lobo que se puede convertir en corderito si aprenden a vivir con ella. La educación diabetológica se convierte en la piedra angular de esta patología crónica», sostiene la doctora Pilar Martín Vaquero.

La doctora Pilar Martín Vaquero es un referente en diabetes, obesidad y en patología tiroidea, enfermedades a las que se ha dedicado especialmente en sus más de 28 años como endocrina.

Las personas que tienen riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 pueden realizar el test Findrisk, un pequeño cuestionario que en ningún caso sustituye a la visita con el especialista, pero que permite elaborar una aproximación del riesgo de padecer la enfermedad. El test considera variables como la edad, el índice de masa corporal, la actividad física o la ingesta de verduras para calcular sus resultados.

La importancia de aceptar, visibilizar e investigar la diabetes

Desde su cuenta de Instagram (@estherlobaton) que ya cuenta con más de 7.000 seguidores, Esther comparte su visión de la enfermedad: «Instagram me da mucha felicidad, para mí poder ayudar a otras personas en esta situación es como si me tocara la lotería. Recibo muchos mensajes agradeciendo la visibilidad que doy a la diabetes, y ojalá pudiera ayudar a más personas, no solo con diabetes sino con otras enfermedades, porque aunque yo hable de diabetes, en el fondo trato de demostrar que las enfermedades no son límites». De hecho, la joven quiere lanzar un mensaje de ánimo a otras personas afectadas por la diabetes: «No estamos solos, somos muchas personas las que tenemos diabetes. Hay que tomar a la diabetes como una compañera de vida y darle la mano, no darle la espalda, porque cuando lo haces, todo va mejor».

Esther reconoce que aunque mantiene una actitud optimista, también hay momentos en los que lo ve todo negro: «Yo siempre había llevado mi enfermedad como a remolque, pero gracias a las personas que tengo cerca, a mis amigos diabéticos, a mi pareja, que me ha ayudado muchísimo, conseguí cambiar de actitud, ver mi enfermedad de otra forma y hacerme un poco amiga de ella. Un día, le dije a mi diabetes: “bueno, no tengo más remedio que llevarme bien contigo, porque yo quiero disfrutar de una buena vida”. Y he comprobado que cuando llevo la enfermedad bien, todo a mi alrededor va bien», explica Esther con una gran sonrisa.

«Las enfermedades no las elegimos, nos tocan, y gracias a la investigación podemos hacer que quienes las padecemos, podamos vivir sin tantas barreras en nuestro día a día», concluye Esther, consciente de lo afortunada que es de vivir en una época de avances médicos. Y es que si aquella niña asustada que no podía comer pastel en el cumpleaños de sus amigos hubiera podido ver su futuro en una bola de cristal, y saber en la maravillosa, sana y alegre mujer en la que iba a convertirse, seguro que hubiera tenido menos miedo.