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La peluquería de siempre, frente a los nuevos tiempos

Conocemos a los dueños de una pequeña peluquería de barrio con casi 40 años de antigüedad. Un negocio que, como tantos, sufrió durante la pandemia y lucha por seguir adelante.

Gonzalo Garzón

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Si algo destacan de nosotros los clientes es el trato familiar”. Maxi y Juani, dos vecinos de Vallecas, en Madrid, hablan con orgullo del negocio que regentan juntos en el colindante distrito de Moratalaz desde hace casi 40 décadas. “38 años, exactamente”, concretan. Toda una vida cortando el pelo a la gente de este popular barrio de clase trabajadora.

“Abrí la peluquería el 7 de febrero de 1984”, recuerda Maxi. “Tenía 26 años y hasta entonces había trabajado en la peluquería de mi hermana, en Vallecas. Había llegado el momento de buscarme la vida e independizarme. Por aquel entonces era el único chico del barrio que peinaba a mujeres”, cuenta. La ilusión, el trabajo duro y el amor por su profesión hicieron el resto.

Vodafone ha puesto en marcha la Tarifa Conectad@s, orientada a todos aquellos beneficiarios del Ingreso Mínimo Vital mayores de 30 años

Conectad@s para seguir adelante

De cara a que pequeños negocios como el de Maxi y Juani sigan viendo un poco más claro su futuro, algunas empresas han decidido poner su grano de arena para facilitar un poco las cosas. Vodafone es uno de los mejores ejemplos: la compañía cuenta con la Tarifa Conectad@s, orientada a todos aquellos beneficiarios del Ingreso Mínimo Vital mayores de 30 años.

Vodafone Conectad@s incluye llamadas y SMS ilimitados a cualquier operador nacional las 24 horas y navegación 5G hasta alcanzar los 15GB. Todo ello, sin permanencia, con un descuento renovable a los 12 meses y por solo 10 euros al mes.

Además, Vodafone cuenta con otra tarifa para aquellos usuarios que también necesiten una conexión a Internet. La Tarifa Conectad@s + internet incluye los mismos servicios para el móvil más un router 4G con datos ilimitados y llamadas ilimitadas a fijo. Todo ello, por 25 euros al mes.

Tijeras y confesiones

Y es que Maxi pertenece a ese privilegiado grupo de personas que disfrutan de su trabajo. “Vengo a trabajar contento cada día”, asegura. “Lo que más me gusta es la atención al cliente, y la posibilidad de no hacer siempre lo mismo. Porque lo mismo te hago una cosa que te hago otra distinta. ¡Hay mucha creatividad en este oficio!”.

Si algo distingue el negocio de Maxi y Juani es el ambiente: aquí, los clientes reciben un trato familiar y cercano. “La gente nos quiere mucho”, admiten. “Tenemos esa facultad: somos muy familiares. Y en cierto modo, a menudo ejercemos un poco de psicólogos. A través del pelo se pueden intuir muchas cosas de una persona. Además, la gente se siente muy cómoda y nos cuenta sus problemas. A veces esto se parece un poco a un confesionario. Eso sí: todo queda entre nosotros. Lo que se cuenta en la peluquería, se queda en la peluquería”, proclama con solemnidad.

Los autores de esas confesiones también han cambiado. Hace años eran fundamentalmente jóvenes. Ahora, mayores. Del mismo modo, el propio barrio también ha evolucionado, y no siempre a mejor. “Han cerrado muchos negocios, especialmente pequeños”, lamenta Maxi. “Lo peor han sido los últimos años, especialmente desde que nos subieron el IVA del 8 al 21%, en 2012. En negocios como este nos vimos obligados a asumir esas pérdidas, porque no podíamos repercutir la subida a los clientes. Las pérdidas fueron importantes”.

El otro gran mazazo fue, como para muchos otros negocios, la crisis del coronavirus y el confinamiento. “Tener que cerrar obligatoriamente fue un disgusto, porque rompe tu esquema de vida. Cuando terminó el confinamiento la gente tenía mucho miedo a contagiarse. Afortunadamente, y que nosotros sepamos, sólo ha fallecido una clienta. Hemos tenido mucha suerte”.

A finales de marzo de 2020, el Gobierno anunció que las peluquerías, como las tintorerías y las lavanderías, eran una actividad esencial, por lo que pudieron abrir antes que otros negocios

A finales de marzo de 2020, el Gobierno anunció que las peluquerías, como las tintorerías y las lavanderías, eran una actividad esencial, por lo que pudieron abrir antes que otros negocios. En aquel momento, y más allá del servicio que proporcionan a gente con movilidad reducida, muchos expertos hicieron hincapié en un factor importante: el hecho de vernos sin arreglar puede influir de manera negativa en el estado de ánimo.

Maxi corrobora ese punto: “verse bien es muy importante”, asegura. “Para mucha gente, estar bien peinado es una gran ayuda en infinidad de aspectos relacionados con la autoestima. Te contaré una anécdota: una vez pasó por aquí José María Álvarez del Manzano, por aquel entonces alcalde de Madrid. Quiso pasar a la peluquería, pero yo me interpuse en su camino y no le dejé. ¿El motivo? Había señoras dentro que no estaban peinadas y no querían que las viesen así. Se lo explicamos y lo entendió perfectamente”, ríe.

Los planes de futuro de Maxi pasan por la jubilación. “Me queda un año”, explica. “Mientras eso llega, estamos en el punto de intentar ahorrar todo lo que podamos para que nos quede lo máximo posible”. Entonces, y como hizo él en su día, es posible que la peluquería pase a manos de alguien más joven. ¿Qué consejo le daría a quien se plantea lanzarse a un negocio como este? “Lo primero, que se preparase a conciencia y que estudiase”, apunta Maxi. “Y que se atreva: aquí el que no se moja no cruza el charco. Es verdad que no es un buen momento para el pequeño comercio, pero esto es un proyecto de vida y algo muy bonito. Así que le animaría a hacerlo, sin dudarlo”.

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